Sólo compré 5 prendas de ropa este año y esto es lo que aprendí

‘Todo el mundo necesita reducir su consumo anual de moda a 5 prendas para que la industria se mantenga dentro de su presupuesto de carbono’.
Emily Chan con vestido blanco y botas negras.
Jonathan Daniel Pryce.

Cuando me comprometí a añadir solo cinco prendas de ropa a mi armario a principios de 2023, no me sentí especialmente intimidada. En todo caso, me preocupaba que no fuera lo suficientemente ambicioso. Después de todo, en mi papel de editora de sostenibilidad de Vogue, siempre le estoy diciendo a la gente que compre mejor y que compre menos, y que me permitieran cinco prendas nuevas me parecía bastante generoso.

¿Por qué cinco? Bueno, según un informe del Hot or Cool Institute publicado en 2022, todo el mundo necesita reducir su consumo anual de moda a esa cifra para que la industria se mantenga dentro de su presupuesto de carbono, es decir, reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en la cantidad necesaria para mantener el calentamiento global en 1.5 ºC, si nada más cambia.

Los artículos pequeños como ropa interior, gorros, bufandas y calcetines no cuentan, pero sí los bolsos y zapatos. Los regalos cuentan ('la persona que lo ha comprado te está engañando, porque ha comprado más que sus propios cinco [artículos]', bromea Lewis Akenji, director general de Hot or Cool Institute), y también los artículos de segunda mano, aunque estos últimos pueden tener una huella menor que las piezas nuevas (más sobre esto más adelante).

A juzgar por las reacciones de todas y cada una de las personas a las que se lo conté (que iban desde un nervioso ‘Bien por ti’ hasta un ‘¡Yo no podría hacerlo!’), enseguida me di cuenta de que el reto –denominado ‘la regla de los 5’ por Tiffanie Darke– no sería, de hecho, pan comido. Desde el principio, no fui sincera conmigo misma sobre mis hábitos de compra. A pesar de que escribo a diario sobre los muchos problemas de la moda, no soy inmune al poder de la maquinaria del marketing y al ciclo de tendencias en constante cambio. Sorpresa: yo también siento la tentación de comprar por impulso cuando veo a alguien con un vestido bonito en Instagram o cuando, por ejemplo, todo el mundo empieza a vestir de rojo (influencias que a menudo absorbemos inconscientemente).

Trabajar en el sector también conlleva toda una serie de eventos, junto con la presión tácita de presentarse de una determinada manera. A principios de año, con la llegada del mes de la moda, tenía la sensación de no tener nada que ponerme. Culpaba a las expertas de moda del street style, pero todo en mi armario me parecía demasiado ‘normal’ para la temporada de desfiles.

Ahí es donde cometí mi primer (y mayor) error: ceder a mi angustia, y a mis caprichos, con demasiada facilidad. Después de ver a varias compañeras de la oficina llevando maxifaldas de mezclilla, pensé que sería el básico perfecto para añadir a mi armario. Así que me lancé y compré la versión de Raey, hecha de algodón orgánico y reciclado. Al mismo tiempo, descubrí en Vestiaire Collective un suéter de cuello alto de Proenza Schouler, una prenda que pensé que combinaría a la perfección con la falda y los jeans. A finales del mes de la moda, también me había comprado una falda de cuero de Iris & Ink (nota al margen: aunque el cuero puede tener una gran huella de carbono, esta era una pieza clásica que sabía que sería duradera).

Llevando mi top de segunda mano de Proenza Schouler y una maxifalda vaquera de Raey durante la Semana de la Moda de Copenhague en febrero.

Acielle StyleDuMonde.

Después de comprar tres de mis cinco cosas tan rápidamente, me aseguré de que eran piedras angulares de mi armario que podría volver a sacar a finales de año y, lo que es más importante, que podría usar durante años. Está bien, pensé, eso me deja con dos piezas más en las que puedo invertir para los meses más cálidos.

Pero cuando tuve la suerte de que me invitaran a un viaje de prensa para visitar una fábrica de Pandora en Tailandia en abril (total transparencia: sí, vuelo, pero intento ser lo más consciente posible), me di cuenta de que no tenía un traje de baño adecuado para la piscina del hotel, ya que no había ido a ningún sitio tropical en los últimos tres años. Así que me compré un traje de baños negro clásico de Mara Hoffman, hecho de Tencel (una fibra de madera procedente de fuentes sostenibles). Una compra sensata, pensé.

¿Los trajes de baño cuentan en la regla de las cinco cosas? ‘Depende de si quieres contarlo como equipamiento deportivo’, me dice Akenji, uno de los autores principales del informe. Nadar unas cuantas vueltas en la alberca antes de acostarme en una tumbona no me parece exactamente un deporte, así que lo apunté como mi cuarta compra del año.

La última incorporación a mi armario fue, por mucho, la mejor: El bolso Demi de Gabriela Hearst, un accesorio al que tenía en la mira desde hace mucho tiempo. Desde el verano, ya lo he utilizado en innumerables ocasiones (echa un vistazo a mi página de Instagram y me verás llevándolo con casi todos mis conjuntos). Es versátil, es atemporal: la inversión definitiva.

Pero, por supuesto, eso significaba que en junio ya había agotado mis cinco artículos, lo que me obligaba a pasar el resto del año en blanco. En muchos sentidos, fue un cambio útil. Ya no tenía que desplazarme sin pensar por sitios como Net-A-Porter, Matches y Farfetch, o Vestiaire Collective y eBay. Cuando tenía que asistir a un gran evento, rentaba un vestido o me ponía algo que ya tenía en el armario.

Con un vestido alquilado de Simone Rocha, también de Hurr, en los Fashion Awards de diciembre, junto con mi bolso Gabriela Hearst Demi.

Gareth Cattermole/Getty Images.

Sin embargo, seguía sintiéndome incómoda. Sabiendo que las marcas independientes y respetuosas con el medio ambiente están pasando apuros en esta difícil coyuntura económica, me sentía culpable por no apoyarlas con mi cartera. Dado que todas mis compras, ya sean nuevas o de segunda mano, se hacen pensando en la sostenibilidad, ¿no debería servir de algo?

‘El objetivo [de las cinco cosas] es servir de orientación’, afirma Akenji, ‘pero el problema de la media es que las prendas más sostenibles con una intensidad [de carbono] más baja no se tienen en cuenta’. En cuanto a la ropa de segunda mano, es difícil calcular su huella ecológica, ya que hay muchas variables. ‘No hay un momento fijo a partir del cual se considere de segunda mano; es el cambio de propietario [lo que] no nos dice nada sobre la longevidad del producto en sí’, explica. ‘Yo no lo consideraría un artículo completo [en las cinco cosas], pero tampoco diría que es el 50%. Depende del criterio de cada uno: hay que tener un poco más de margen’.

Impresionantemente, Akenji sólo se ha comprado un par de jeans este año ('mirando mi armario, me di cuenta de que podía pasar varios años sin comprarme nada'), pero subraya que la estadística de las cinco cosas no pretende ‘culpabilizar’ a nadie. Por el contrario, puede ayudarnos a cuestionar la forma en que consumimos ropa, tanto a nivel individual como colectivo. Teniendo en cuenta que, según un informe reciente del WRAP, una persona media en el Reino Unido compra 28 prendas al año, cualquier reducción es un buen comienzo. Mientras tanto, el cambio de políticas sigue siendo la principal herramienta para reducir la huella de carbono de la moda, lo que significa que, en teoría, el límite de cinco prendas podría aumentar en el futuro.

Por mi parte, he aprendido mucho del reto de este año. En primer lugar, la importancia de ser fiel a tu estilo personal cuando intentas comprar menos. Me gustan mucho los vestidos, así que los conjuntos que compré a principios de año no los llevo tanto. Parece obvio, pero como alguien que siempre ha anhelado ese armario cápsula perfecto –la camisa blanca, los jeans, el blazer– me ha hecho falta el reto de este año para tenerlo claro.

En segundo lugar, la cantidad que compramos al año cambiará sin duda con el tiempo. Como mucha gente, yo no hice muchas compras durante la pandemia y, literalmente, me he quedado sin las prendas que tenía antes en el armario. Tratar la estadística de las cinco cosas como un evangelio no tiene necesariamente en cuenta la evolución de nuestros cuerpos ni el número básico de prendas que teníamos al principio.

Con el año que viene a la vuelta de la esquina, pienso seguir teniendo en cuenta mi límite de cinco cosas, pero con cierta flexibilidad por si compro artículos de segunda mano o quiero defender a un diseñador brillante y ecológico. Al fin y al cabo, necesitamos más de estas empresas, no menos. Como suele decirse en el movimiento ecologista, se trata de progresar, no de perfeccionarse.

Artículo publicado originalmente en British Vogue, vogue.co.uk.