El vestido de semillas con belleza surrealista que quiero ver en la MET Gala 2024

El famoso Seed Dress, creado por Elsa Schiaparelli, será uno de los puntos focales en la exhibición Sleeping Beauties: Reawakaning Fashion del Met. Esta es su historia.
Elsa Schiaparelli y la historia del vestido semilla o Seed Dress
Getty Images.

Elsa Schiaparelli (1890 - 1973) fue una de las diseñadoras más revolucionarias en la historia de la moda. Una figura crucial para entender el cambio de las vanguardias de finales del siglo XIX y la entrada a lo que conocemos propiamente como colecciones, temporadas e industria.

La diseñadora italiana dejó un legado imborrable y aún sus diseños son estudiados como piezas de referencia en materia de corte y confección; también recordada especialmente por su especial sensibilidad al momento de fusionar arte y moda. Quizás haya sido eso lo que la convirtió en una figura central en la MET Gala 2024.

Ese espíritu renace este año gracias al Instituto del Traje Anna Wintour del Museo Metropolitano de Nueva York y que, con su nueva muestra, Sleeping Beauties: Reawakening Fashion (Bellas Durmientes: El despertar de la moda), promete revelar el lado más sublime y esperanzador de la moda. Así es como universo personal de la diseñadora italiana que cobra especial relevancia en esta temporada.

Elsa Schiaparelli y el surrealismo

Tras dejar Roma, Schiaparelli se muda a París en 1922, en donde funda su propia maison en búsqueda de más inspiración, de consolidar una escena efervescente que nunca encontró en Roma y que sí halló en la nocturnidad parisina, en donde el surrealismo adquiría cada vez más notoriedad. Desde muy joven sus ideas innovadoras y su espíritu rebelde marcarían un futuro lleno de brillo en lo que más le obsesionaba: La confección de ropa ligada a una cierta teatralidad, más allá de lo que en ese entonces se consideraba como un simple oficio.

En tiempos en los que las colaboraciones entre casas de moda y los artistas del momento aún no eran la norma, ella permanecía en comunicación constante con artistas como Salvador Dalí, Jean Cocteau, Marcel Vertes, Tristan Tzara, Francis Picabia, y Man Ray. Quizás esto le haya valido el rechazo de otros grandes couturiers del momento. Muchos aseguran que Coco Chanel no la veía como diseñadora, ni siquiera como competencia, sino simplemente como la “artista que hacía vestidos”.

Más adelante, el tiempo se encargó de darle la razón a Elsa. Hoy sus piezas de archivo no solo forman parte de importantes colecciones en museos de todo el mundo, sino que se siguen revisitando como obras de inspiración inagotable, temporada tras temporada.

El vestido langosta, su colección zodiacal (cuando la astrología no era materia de Instagram, sino más bien un tabú), su pasión por la comercialización de perfumes (que además eran temáticos y con empaques diferenciados), mucho antes de la aparición del primer Chanel N°5… La lista es larga.

Elsa ha sido explorada, y con justa razón, en los últimos años como una fuerza del surrealismo. No por nada fue objeto de una exposición, Schiaparelli and Prada: Impossible Conversations, en el Museo Metropolitano de Nueva York en 2012, que también dio pie a un libro editado por los curadores Andrew Bolton y Harold Koda, y en los que esta difusa barrera entre la realidad y la imaginación es palpable.

Sus profundos estudios de ocultismo, la mente humana, el surrealismo y los sueños, la llevaron a un período de excelsa creatividad justo antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial y con este evento histórico, sus diseños de otro mundo quedaron algo opacados tras la pólvora y la carencia. Y todo esto nos lleva al famoso Seed Dress (o vestido de semillas), quizás una suerte de esperanza puesta en un futuro más hermoso.

¿Qué significa el vestido de semillas o Seed Dress de Elsa Schiaparelli?

Una de las creaciones más destacadas de Elsa Schiaparelli es el “Seed Dress” o vestido de semillas. Una obra maestra de moda que puede asociarse a la corriente surrealista. Una prenda que sigue siendo relevante hoy en día, casi ocho décadas después de su debut y que además perteneció a la coleccionista y también Schiaparelli Girl (si es que podría usarse tal término): La magnate estadounidense Millicent Rogers.

Y esto tiene un sentido especial, Millicent Rogers se destacó como una importante mecenas de ambas disciplinas: arte y moda. Y fue una figura clave en la vida social de su época. Su estilo personal único y su belleza la convirtieron en una figura icónica de la moda de su tiempo, y su influencia se extendió a través de su impacto en las esferas más altas de la alta sociedad de Nueva York, Londres y París. Por lo que no había una mejor embajadora para llevar las creaciones de Elsa.

El Seed Dress se cree fue presentado por primera vez en la colección de otoño de 1938 de Schiaparelli, aunque el diseño que está en el MET Museum amplía el rango de fechas entre 1939 y 1941. Recordemos que en ese entonces los salones de Alta Costura iban a un ritmo más amable con las ideas, en lugar de aplastarnos con tendencias.

Este vestido, elaborado en seda azul clara, viene adornado con una serie de bordados que representan paquetes de semillas de diferentes tamaños y formas de flores. Pero lo que hace que este vestido sea verdaderamente único, es la inclusión de algunos bolsillos reales que en teoría podrían albergar semillas reales.

Estos bolsillos no solo agregan un elemento táctil al diseño, sino que también nos hablan sentido de ese sentido de surrealismo y provocación que caracterizaba el trabajo de Schiaparelli. Hoy podría pasar como un simple diseño en trabajo de patchwork, pero habría que situarnos en contexto para poder dimensionar esta ruptura de la “cuarta pared”, de la teatralidad itinerante que representa esta prenda. Imaginemos la cara de quienes veían pasar a la afortunada propietaria de un vestido de este calibre, en un tiempo en que la Alta Costura pecaba de austera, elegante y hasta aburrida.

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Para esta nueva exhibición, los archivos del MET nos ofrecen aún más contexto: “En su autobiografía de 1954, Shocking Life, Schiaparelli relata un episodio de su infancia en el que quería plantar semillas de flores en su boca para que estas crecieran y embellecieran su rostro como un jardín”. Y justamente esto era lo que quería evocar, una fantasía propia de la niñez, esa etapa de la vida en que todo parece posible e incluso coherente. Ella sintetizó este sueño en un sencillo vestido en corte “A”.

¿Y el toque de brillo Schiaparelli? Viene a través de una cremallera dorada ultra llamativa que divide la espalda en dos. Recordemos que en esta época los vestidos de Alta Costura recurrían a botones y zippers invisibles. Elsa, en contra norma, dejó este detalle dorado ante la mirada de todos. Quien llevaba el vestido debía ser parte de este contrato poético, por lo que no servía de nada ocultar el cierre o querer encajar con el concepto de vestido tradicional de la época. ¿El detalle de los bolsillos funcionales? También una postura ideológica en una época en que el dinero, los secretos y los bolsillos eran materia exclusiva de los hombres.

El Seed Dress es un ejemplo perfecto de la sinergia entre la materialidad necesaria para construir una prenda, y el mundo de las ideas necesario para que un vestido pase simplemente de ser una tela que cubre el cuerpo, para elevarse al carácter de obra de arte.

En una época en la que la moda era o utilitaria o pecaba de un frufrú innecesario, esta creación de Schiaparelli aún sirve como recordatorio de que la confección es también un manifiesto histórico y una de las formas más sublimes de expresión artística, especialmente cuando una pieza creada hace más de ochenta años, sigue siendo una fuente de inspiración para nuevas generaciones.