Boda de Alex Cooper y Matt Kaplan en la Riviera Maya de Mxico

La novia lució seis vestidos impresionantes para celebrar su boda en la Riviera Maya

Foto: Kristen Marie Parker.

La presentadora del podcast “Call Her Daddy” llevó un vestido de Danielle Frankel a su boda en las playas de México.

Para Alex era importante, explica, que Matt estuviera abierto a seguir siendo compañeros de vida si eso era lo que ella quería —aunque dejó muy claro que, si por él fuera, se arrodillaría—. “Recuerdo que un día me desperté y me di cuenta de que el amor inquebrantable de Matt por mí y su compromiso de crecer conmigo como persona y con nosotros como pareja habían cambiado por completo mi opinión sobre el matrimonio”, dice Alex. Para ello, Matt llevó a Alex a una cita a Giorgio Baldi, en Santa Mónica, alrededor de diciembre de 2022, y allí ella le dijo que había cambiado de opinión: “Puedes hacerlo”, le dijo. “Puedes declararte. Podemos casarnos”.

Así que, el 3 de mayo de 2023, Matt lo hizo: “Volví a casa de una sesión de fotos un viernes, aunque no sabía que era una sesión de fotos falsa que Matt me había preparado para peinarme y maquillarme”, recuerda. “Había sido una semana muy larga. Estaba deseando llegar a casa, meterme en el jacuzzi y tomarme un whisky con mi novio. Cuando llegué a casa, el coche de Matt no estaba, así que supuse que seguiría en la oficina. Entré en casa, con la guardia baja, en pants y una sudadera, dispuesta a tumbarme en el sofá y ver Grey's Anatomy hasta que él llegara, pero en lugar de eso me encontré con el más romántico de los montajes. Me quedé de impactada. Adele estaba sonando por toda la casa, había velas encendidas por todas partes y un portátil que ponía 'play me' sobre la mesa”.

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Alex pulsó play y apareció un video que había hecho Matt. Con la misma ropa que había llevado tres años atrás en aquella primera llamada de Zoom, procedió a hablar de su vida y su amor juntos, pero explicó que faltaba una cosa: “Ve a buscarla”, dijo. Entonces, Alex procedió a seguir una búsqueda del tesoro, habitación por habitación, por toda la casa. Cada pista la llevaba por una parte diferente de su vida juntos, con cada habitación diseñada y decorada según un tema de su romance. La última tarjeta la llevó al jardín del patio, donde al doblar la esquina vio a Matt y a su perro, Henry, esperándola bajo un arco de flores.

“Lloramos, nos besamos, lo celebramos y fue la noche más mágica de mi vida”, recuerda Alex. Por último, Matt se guardaba una sorpresa más en la manga: “Creía que nos iba a llevar a una cena especial para dos, pero cuando entré en el vestíbulo del restaurante, para mi absoluta sorpresa, había traído a todos mis amigos más íntimos y a mi familia”, cuenta Alex, “y pudimos pasar el resto de la noche celebrándolo”. “Una cosa sobre Matt Kaplan: es el hombre más romántico que he conocido en mi vida. Soy una mujer muy afortunada”.

Tras el compromiso, los dos se lanzaron a planear la boda, con el novio a la cabeza: “El proceso de planificación fue un sueño”, dice Alex, “Matt se encargó de casi todo, así que yo no me estresé. En mi defensa, como productor, la especialidad de Matt es planificar, visualizar y dar vida a las cosas, así que sabía que si quería que todo saliera a la perfección, tenía que dejárselo a Matt. Por supuesto, contribuí en lo que pude —como en el sabor del pastel—, pero le doy mucho crédito a Matt porque realmente se encargó del trabajo pesado, y salió perfecto”.

Matt explica que querían que sus familiares y amigos se sintieran como en unas vacaciones, por lo que rápidamente eligieron México como destino: “No queríamos una boda formal. Queríamos que fuera relajada y auténtica, tanto para nosotros como para el lugar, así que desde la decoración hasta los festejos, todo se organizó de forma muy natural”. Los dos trabajaron con la empresa de organización de eventos Bash Please para coordinar toda la logística y la decoración. “Queríamos elegir un destino que fuera privado, romántico y que se sintiera como unas vacaciones no solo para nosotros sino para todos nuestros invitados”, dice Alex. “Era realmente importante para nosotros mantener la lista de invitados pequeña para que pudiéramos estar presentes el uno con el otro y con las personas que más amamos y que nos han ayudado a convertirnos en lo que somos hoy”.

El vestuario de Alex para el fin de semana de la boda —y especialmente el vestido— fue, por desgracia, algo en lo que Matt no pudo ayudar. “Al principio, cuando empezamos a hablar de la organización de la boda, realmente no tenía ni idea de lo que quería llevar”, dice. “No había tableros de visión que hubiera hecho de cuando era más joven ni creé uno una vez que Matt se arrodilló y le dije que sí. No tenía ni idea de qué dirección iba a tomar y estaba un poco abrumada. Así que empecé a probarme cosas”.

Se probó vestidos de varios diseñadores con su estilista Mimi Cuttrell, pero nada le gustaba. Al final, recurrió a Pinterest y, tras horas mirando fotos inspiradoras, dio con un vestido de Danielle Frankel que se ajustaba a lo que quería: “Se lo envié inmediatamente a Mimi y le pedí que me lo consiguiera porque necesitaba probármelo cuanto antes. Tenía la sensación de que el color blanco roto perlado y los elementos vintage, aunque modernos, encajarían perfectamente conmigo”, explica Alex. “En cuanto me lo probé supe que habíamos encontrado lo que buscaba”.

Mimi se puso en contacto con Danielle Frankel y a partir de ahí comenzaron el proceso de creación de un vestido a la medida, utilizando como inspiración el vestido original de la diseñadora, modificando el escote en V para convertirlo en una línea recta y ajustando la cintura caída. En una cita con Danielle, probaron distintas variaciones de la cola y la falda, pero siempre volvían a la versión más sencilla, la más pequeña, sin cola. En la última prueba, Alex se probó velos y, al final, el velo rubor corto le sentó como anillo al dedo: “El vestido resultó ser realmente mi sueño”, dice la novia, “Me sentí tan clásica y elegante con él. Me sentía segura y sexy, a la vez que elegante y atemporal. A partir de ahí, el resto de los looks encajaron”.

Para la noche del jueves se eligió otro modelo de Danielle Frankel con perlas: Alex quería un vestido que encajara con el ambiente de bar clandestino del local, y éste lo consiguió. Y el viernes por la noche, la novia lució un vestido vintage de Donna Karan: “En una de nuestras pruebas, Mimi tenía este vestido en medio de un montón de blanco, y yo no podía dejar de mirarlo”, recuerda, “era tan bonito en el perchero… Después de todas las pruebas de blanco, tomé el vestido, y en cuanto me lo probé, Mimi y yo estábamos encantadas. Lo habíamos encontrado”.

El último gran look elegido fue un vestido vintage de Alexander McQueen para la fiesta posterior. “De nuevo, en cuanto me lo probé lo supe”, recuerda Alex. “Todo el mundo en la sala se quedó en silencio y todos nos miramos asombrados. Es uno de los vestidos más bonitos que me he puesto en mi vida”. Una vez que tuvieron listos todos los componentes principales de su vestuario nupcial, Alex aún quería buscar la opción de un look para después de la fiesta, y lo encontraron en una de sus últimas pruebas: un corsé vintage de Versace. “Era impresionante y sexy, pero seguía viviendo en la misma familia del blanco roto perlado que el resto de los looks. Terminamos todos los looks principales en unos dos meses, y recuerdo que pensé que no había un look que me gustara más que los demás, y ese era el objetivo”.

El fin de semana de la boda comenzó el 4 de abril en Riviera Maya, México. La mañana de la boda, Alex se preparó en una suite con vistas a la playa con sus amigas más íntimas, que llevaban batas Skims azules a juego. Para su elegante moño, trabajó con la estilista Cherilyn Farris y el colorista Jacob Schwartz, mientras que la maquilladora Jenna Kristina se encargó del look minimalista de la novia.

Tras un coctel amenizado por un cuarteto de cuerda, la ceremonia comenzó a las 17:00. “Fue todo lo que queríamos que fuera”, dice Alex, “emotiva, sincera y exactamente como siempre la habíamos imaginado”. La pareja renunció a la típica tradición de las damas de honor y los padrinos, e ideó una disposición única para la ceremonia: “Había unas enormes puertas antiguas de madera que daban al patio, así que decidí que, en lugar de caminar junto a nuestros invitados por el pasillo, las puertas se abrirían y yo caminaría hacia todos los que estuvieran sentados de cara a mí. Una pasarela, por así decirlo. Fue el momento perfecto, porque en cuanto salí, lo único que vi fue a Matt. Fue un momento muy dramático revelando mi vestido pero también un momento de euforia muy bonito entre los dos”.

Alex también optó por romper la tradición al caminar sola hacia el altar, en lugar de que su padre la acompañara: “Al principio de la planificación de la boda, realmente rechazaba el concepto de ser llevada por un hombre para ser entregada a otro hombre”, dice Alex. “Aunque, para aclarar, tengo una relación increíble con mi padre y con mi familia; no se trataba de eso. A mí, personalmente, nunca me ha gustado esa tradición. Es vieja y anticuada. Mi madre también caminó sola hacia el altar, así que en cierto sentido, creo que estamos creando nuestra propia tradición para las mujeres de nuestra familia” Y para Alex y Matt, ningún momento especial estaría completo sin sus queridos perros, Henry y Bruce: “Algunos los reconocerán como goldendoodles, pero nosotros los vemos como nuestros hijos”, bromea Alex. “Ellos fueron los portadores de los anillos. Cada uno llevaba uno de nuestros anillos en el collar y cuando mi hermano pidió los anillos, tuvieron su propio momento entrando por las puertas dobles y vinieron corriendo por el pasillo. Fue perfecto”.

Grant, el hermano de Alex, ofició la boda. “Ha sido muy importante a lo largo de mi vida, y él y Matt han construido un vínculo tan grande”, dice Alex. “Mi hermano hizo un trabajo increíble hablando tan bellamente de nuestra relación”. La pareja también optó por no compartir sus votos el uno con el otro hasta la propia ceremonia. “Aunque mi vida es bastante pública, el verdadero vínculo íntimo y la conexión que Matt y yo tenemos en realidad son bastante privados”, dice ella, “así que para nuestras familias y amigos más cercanos, escucharnos verbalizar nuestros sentimientos el uno hacia el otro en el entorno más íntimo fue electrizante, como verán en casi todas las fotos, no había ojos secos a la vista. Nunca olvidaremos ese momento”.

En lugar de pasar directamente a hacerse retratos, los novios pensaron que sería más divertido que todos sus invitados salieran en procesión con ellos, les siguieran por el pasillo y pasaran directamente a la hora del coctel: “Era la forma perfecta de empezar la velada, tomar un par de copas y, si soy realista, dejar que mis invitados vieran mi vestido de cerca y se tomaran algunas fotos antes de pasar al siguiente paso”. Porque con el cambio de ubicación, llegó el siguiente cambio de atuendo de la novia. Los invitados fueron conducidos desde la hora del coctel hasta la playa, donde había una carpa al aire libre. “Se oían las olas de fondo mientras estábamos sentados cenando”, cuenta Alex. “Como Matt y yo tenemos dos pies izquierdos, optamos por no hacer un primer baile y, una vez más, hicimos las cosas a nuestra manera... en su lugar hicimos un primer plano con todos nuestros invitados”.

Tras los discursos de familiares y amigos, todos se dirigieron a la pista de baile. “Y sé lo que están pensando: Una boda pequeña e íntima suena como una receta potencial para una pista de baile extremadamente incómoda, pero eso no podría estar más lejos de la realidad”, dice Alex. “El ambiente era inmaculado. Hubo concursos de baile, botellas que se pasaban de mano en mano, crowd surfing... y una vez más, yo no soy bailarina, pero nadie se preocupó en absoluto esa noche. Todo el mundo estaba en las nubes”. Para el final, el padre de Alex tomó el micrófono y anunció a todo el mundo que todos correrían hacia el océano —vestidos, trajes y todo—. “Esperaba que tal vez sólo mis amigos íntimos se unieran, pero para mi total sorpresa casi toda la boda se lanzó hacia el océano”, recuerda Alex. “Padres, abuelos, familia y amigos”.

Muchas novias después de la boda hablan de su día de la boda como un borrón, pero Alex no lo describiría de esa manera en absoluto. “Matt y yo estábamos tan intencional acerca de hacer el fin de semana sobre estar presente el uno con el otro y nuestros amigos y familiares, y eso es exactamente lo que hicimos”, dice. “No hay detalle ni momento que no recuerde, y guardaré esta celebración de nuestro amor para siempre”.