En una reciente visita al MFA de Boston, el trabajo y el placer se relacionaron para mí frente a una de las nuevas adquisiciones del museo, Tailleur pour dames, una obra maestra surrealista de Remedios Varo de 1957. Es fácil perderse en este extraño cuadro, que aparentemente muestra a una mujer viendo nuevos diseños con un modisto en su taller. Sin embargo, no todo es lo que parece. Para empezar, el suelo del salón tiene forma de telaraña, el techo está acolchado y las cortinas son de piel. Un imán en el suelo atrae alfileres reales y fantasmas que flotan en el aire mientras la clienta, acompañada en ambos lados por sus propios fantasmas, mira a los modelos a través de un par de lentes. Cerca de ella se encuentra el modisto, cuyo ojo y nariz tienen forma de tijera y su sombra se despliega en forma de cinta.
Al igual que Elsa Schiaparelli -que será objeto de una exposición en París este verano-, Remedios Varo fue una defensora del surrealismo, un movimiento de entreguerras iniciado en Francia y dominado por los hombres. Influido por la obra de Sigmund Freud, su arte manifestaba el subconsciente y se caracterizaba por extrañas yuxtaposiciones. Tomando prestada una frase muy citada del escritor Comte de Lautréamont, los teléfonos de langosta y las tazas de té de piel de los surrealistas eran ‘tan bellos como el encuentro casual de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de operaciones’.
Una exposición itinerante, ‘El surrealismo más allá de las fronteras’, redefine el movimiento, mostrando cómo cruzó las fronteras y apareció en diferentes períodos, a menudo como reacción a la crisis y en ayuda de la liberación. Como escribieron los comisarios del Museo Metropolitano: ‘El surrealismo es un término amplio y variante, pero en el fondo es una interrogación. La carrera de Remedios Varo es, literalmente, la de un surrealismo en movimiento. Nacida en España, se graduó en la Real Academia de Bellas Artes de Madrid en 1930 y formó parte del movimiento ‘Logicofobista’ de ese país, antes de trasladarse a París y unirse a la loca fiesta del té de los surrealistas. Detenida en 1940 durante la Segunda Guerra Mundial, huyó con su marido a Ciudad de México al ser liberada en 1941; y allí murió en 1963.
Tailleur pour dames fue pintado 10 años después de que debutara Christian Dior, conjurando ‘femmes fleurs’ cuyos cuerpos eran esculpidos por sus bellas, y exigentes, construcciones. Las modas que Remedios Varo ideó eran igualmente envolventes. El conjunto rosa presenta una túnica de piel sobre un vestido, cuya falda se abotona a una concha acolchada con aletas de unicornio/delfín en la cabeza, y se remata con un collar de brújula y un bastón con adornos de vela. A su izquierda hay un vestido gris con una falda lateral con un dobladillo de piel. El pañuelo de la modelo se ha congelado en un asiento en el que se sienta, para disfrutar mejor de las bebidas y los aperitivos obsequiados en un estante sobrepuesto de su amplio y estructurado sombrero de capucha. En el extremo derecho hay un vestido morado entallado, con la cola de la prenda envuelta. Se lleva sobre una falda marrón hasta las pantorrillas y bajo una capa del mismo material. Encima hay una capa efervescente que emite burbujas. La clienta que toma estas creaciones de otro mundo, escribió Varo, ‘se desdobla en otras dos personas porque no sabe qué modelo elegir, y sus dobles algo transparentes representan sus dudas’.
Los vestidos y la sastrería de ensueño de Remedios Varo pueden parecer extremos, pero en las últimas colecciones de Otoño -y en las anteriores- hubo un sinfín de looks surrealistas que te harán girar la cabeza, algunos de los cuales se tomaron a continuación. ¿Cuál se adapta mejor a tus fantasías?
Artículo originalmente publicado por Vogue US, vogue.com. Adaptado por Mónica Silveti