Edición Octubre 2023

El icónico regreso de la supermodelo argentina Valeria Mazza en la portada de Vogue

Ícono de la moda internacional, la modelo argentina que se convirtió en la primera supermodelo latinoamericana vuelve con una docuserie sobre su vida y legado.
Valeria Mazza entrevista portada revista Vogue octubre 2023
SEBASTIÁN FAENA.

Escuché ‘acabás de decir que sos mamá así que me vas a entender perfectamente’; esa fue la primera frase que me dijo Valeria Mazza tras saludarme, muy amorosamente, al otro lado de la pantalla de Zoom que nos separaba sin impedir que empaticemos a través de uno de sus –nuestros– grandes temas: la familia. Su respuesta vino a colación de mi comentario: ‘hoy dejé a mi hijo en el colegio y le dediqué las primeras horas de la mañana a ver tu docuserie, me pareció fascinante’. En seguida noté cómo sus ojos azules verdosos, que ya tienen un brillo poderoso, adquirían un resplandor aún más imponente. De ese que ilumina la mirada de alguien con mucho deseo e ilusión. Sentada  e impecable (como siempre), en un hermoso sillón individual colorado y con mímica incluida, me lo confirmó segundos después: ‘Estoy como si estuviera de nueve meses, a punto de parir, desesperada por dar a luz, ya no veo la hora de que salga a la luz’, entre risas y haciendo alusión al estreno de la serie documental Valeria Mazza: Un sueño dorado, que estrena Paramount+ el próximo 8 de octubre. Podríamos haber conectado por nuestra pasión por la moda, hubiese sido lo más esperado, quería que me lo contara todo acerca de cómo fue ser parte del movimiento que llevó a las modelos a ser supermodelos. Pero no, es que el espíritu familiar siempre estuvo presente en ella y sus hijos, la familia, el amor y el nombre Alejandro Gravier, su pareja de toda la vida, son temáticas que rondan constantemente su discurso y dejan ver cuáles son los ejes principales de su vida y la sencillez con la que la vive. Sé que aún sobrevive en ella esa niña que a los 13 años soñaba con competir en las Olimpiadas de natación, que ya decía que quería ser madre y que comenzaba a trabajar como voluntaria en las Olimpiadas Especiales de Paraná. Sé que esa niña ni siquiera fantaseaba con una sola posibilidad de todas las que luego vendrían multiplicadas y bendecidas en su carrera a convertirse en la primera supermodelo latinoamericana de la historia, pero así y todo sucedió.

Si entro a Instagram puede que mi algoritmo elija mostrarme una frase que diga ‘si puedes soñarlo, puedes lograrlo’, pero Valeria Mazza viene a recordar que a veces, sea por destino o por buenas elecciones, la vida nos tiene preparados caminos inimaginados y que superan todo tipo de expectativa. Y eso fue exactamente lo que le sucedió a la top model y empresaria argentina que supo acompañar las bendiciones con trabajo duro, actitud, estilo propio y mucha inteligencia. ‘La palabra sueño tenía que estar en el nombre de la serie porque, como gran acuariana, soy muy soñadora y creo que también lo que me pasó fue un sueño. Un sueño que yo nunca deseé ni busqué, en realidad. Estar en el mundo de la moda, estar en frente de una cámara, ser famosa… yo no quería eso. De chica siempre tuve claro que me gustaban los niños, sin duda quería ser mamá. Creo que mi verdadera vocación era trabajar con personas con discapacidad, ser profesora… Y de repente todo el mundo me decía ‘hacé un desfile’, mi hermana empezó a desfilar, se dio la oportunidad de venir a Buenos Aires, comenzar a trabajar como modelo…’. Y ahí fue cuando su espíritu valiente le dio el empujón para dar el primer paso a lo que se convertiría en un fenómeno mundial, exquisito y popular. Tan poderoso que hoy está aquí de vuelta, 20 años después del apogeo, como bien sabemos que funciona el vaivén de la moda, ella junto a todas las top models indiscutidas, sus compañeras: Naomi Campbell, Linda Evangelista, Claudia Schiffer, Christy Turlington o Cindy Crawford. Las reinas incuestionables hoy son la inspiración imperante del diseño de autor más de culto hasta la fast fashion. Las jóvenes visten como ellas en los 90s, las almas más nostálgicas se zambullen en un viaje al pasado cargado de recuerdos que incluyen la foto de una habitación con el póster pegado en la pared de alguna de las tops, las estrellas de la Generación Z se pasean por las alfombras rojas con los looks que ellas mismas llevaron tiempo atrás. Hoy vuelven a las portadas de moda, pero también a las plataformas que en sus tiempos dorados aún no sabían existir.

La supermodelo argentina, Valeria Mazza, luce sombrero de Laura Noetinger.

SEBASTIÁN FAENA.

‘Miro para atrás y digo: ‘¡Wow! Todo lo que hice’ y también siento que fui muy valiente muchas veces en tomar determinadas decisiones que en ese momento tal vez no era tan consciente por la edad o la inexperiencia. Cada vez que tomás una decisión vas eligiendo un camino y ese camino te va llevando’, reflexiona. Angelada, comenzó su carrera con muchas dudas y timidez a los 14 años en Paraná, ciudad que la vio crecer, con algunos desfiles que no dejaban de arrojarle comentarios del estilo ‘tenés que dedicarte al modelaje’ y donde recibió el apodo de La rusa, por su belleza de aire eslavo oriental. Ya con 17 años decidió mudarse a Buenos Aires, la gran ciudad que la vería crecer supersónicamente en un rumbo todavía inesperado repleto de flashes, horas firmando autógrafos y una vida itinerante, recordada por ella misma: ‘como muy solitaria y en desconexión con los afectos’. Mientras tanto, estudiaba Terapia ocupacional y se presentaba en algunos castings. Con semejante belleza, personalidad y objetivos claros, la gran ciudad le quedó chica en poco menos de un año y así fue como a sus 18 emprendía un viaje al epicentro del fenómeno de cómo las supermodelos se volvieron parte de la cultura pop y del entretenimiento: Europa. ‘Siempre valoré mucho mi libertad’, me dijo mientras me contaba que ya para sus 19 se congraciaba en Estados Unidos. Sin saber idiomas, sin experiencia, la joven de encanto perfecto y que no tenía nada que perder, poco tiempo después estaría dando entrevistas en italiano, en inglés y convirtiéndose en un ícono mundial de belleza más allá de las pasarelas. Revolviendo en su memoria, tal y como lo hace en la serie documental, Valeria Mazza vuelve al tema y resalta lo importante que fue para ella haber conocido a Alejandro, su esposo, a quien a los seis meses de noviazgo le planteó querer ir a probar suerte a Milán, quien no dudó en apoyar la decisión. Parece que él fue uno de los primeros visionarios en reconocer el valor de la supermodelo y jugársela por ello. ‘Tuve un hombre a mi lado que me dijo: ‘Sí, dale. ¡Vamos!’, me apoyó, me acompañó’ y la historia continúa. Luego de él, vinieron grandes personas de la industria que supieron ver su valor, como Gianni Versace, Paul Marciano, Patrick Demarchelier, Mario Testino, Bruce Weber, Steven Meisel... Sin embargo, esta historia se escribe así porque ella supo reconocer primero su valor. Mientras por la radio argentina sonaba aquella canción titulada La rubia tarada de Sumo y se sentía amenazada por el estereotipo detrás de la belleza hegemónica, ella nunca dejó de creer y confiar que había mucho más allá de su belleza. Y ahí vuelve otra vez, a la importancia de la contención del amor. Suceso de gran valor en tiempos de amor líquido y en un entorno libertino y con todas las posibilidades a disposición. Se ríe y recuerda cómo se escapaba de la fiestas: ‘Soy muy tímida aunque no parezca. Nunca fue fácil para mí relacionarme en el mundo de la moda. Vivía de room service’.

Los valores siempre estuvieron presentes en cada una de las decisiones que la top model fue tomando. ‘Cuando me sentía completamente invadida por el ojo ajeno, que te evaluaban con poca ropa, siempre pensaba ‘yo soy mucho más que esto’, entonces, además de ir haciendo la construcción de la modelo, fui también haciendo la construcción de mi persona’, revela. Esa no fue una tarea fácil de realizar en plena era de los paparazzis, en la que el mundo entero opinaba sobre su imagen. Como dijo en una entrevista allá por el año 1992: ‘Para algunas personas sos hermosa, para otras no. Para algunas sos alta, para otras no. Escuchás cosas completamente distintas sobre vos. Al final del día, ni siquiera sabés qué opinás de vos misma’. Sin duda, Valeria Mazza supo cuidarse en un entorno hostil, forjar sus propias opiniones y mantenerse fiel a sus ideales. En 1995, de hecho, respondía en televisión abierta: ‘Yo creo que llegué hasta donde llegué por ser como soy y no por como luzco’. Hurgando en sus sentimientos de aquellos inicios, me comparte las preguntas que se iba haciendo a lo largo del camino: ‘¿Yo me veo haciendo esto? ¿Estoy cómoda con esto? El día de mañana cuando tenga hijos, ¿quiero que mis hijos me vean de esta manera?’. Y ahí están ellos, sus hijos, aún cuando no existían, siendo la guía de la joven modelo que, inmersa en una realidad solitaria y adversa, utilizó los costos de la fama para autoconocerse y nunca dejar de poner en práctica la educación que recibió por parte de su familia. En una industria compleja, siempre debajo del reflector y trabajando con su cuerpo con el fin de entrar en un vestido o ser la elegida, escaló a lo más alto con gracia impecable, traspasando la pasarela con la habilidad de saber interpretar un vestido. Vestido que pronto dejaría de imponerle una forma para ajustarse al ícono en el que se convertiría.

Mazza en top, falda, medias y zapatos, todo de BURBERRY.

SEBASTIÁN FAENA.

Allá por los tempranos años 90, Donatella Versace afirmaba en el programa más visto de Argentina, Hola Susana, de Susana Giménez, ‘esta chica es maravillosa, será una top model’. Y esa joven de carácter indomable, a la que le apasionaba la natación, la maternidad y la ayuda social, terminó escribiendo la historia de una de las primeras supermodelos latinas. Hoy con el boom del regreso de los 90s y los 2000, junto a su 50 aniversario, es un momento ideal para curiosear en sus memorias y celebrar cada uno de sus logros. En un mundo en el que la juventud sigue siendo una búsqueda eterna e inalcanzable, en donde la visibilidad de las mujeres adultas todavía da batalla, Valeria Mazza elige no esconderse detrás de sus décadas, sino levantarlas como bandera de una nueva era femenina en la que, aún en la lucha por reivindicar tantísimas cosas, la supermodelo encuentra en su quincuagésimo aniversario una puerta para abrirle al mundo a revivir la era dorada de la moda y seguir derribando presiones sociales y estereotipos. ‘Para mí, celebrar cada cumpleaños es celebrar la vida. La verdad que hoy me siento muy bien, me siento espléndida en todos los sentidos, muy feliz de todo lo que estoy viviendo, de todo lo que construí, de la familia que tengo… ¿Cómo no voy a celebrar la vida?’.

Camaleónica lo fue siempre, delante y detrás de las cámaras. Porque si hay algo que supo hacer bien Mazza, además de ser constante y coherente, fue reinventarse. Quizás su sol en acuario, con esa energía etérea de la creación, tuvo que ver. Hoy vemos la foto, y en el documental podremos ver la película de su vida, pero como ella misma advierte, ‘la construcción de la carrera, no fue de un día para el otro, no todo fue fácil. Detrás de eso hay una construcción enorme, hay mucha gente involucrada, hay un equipo, una familia que fue sostén’. Y ahí otra vez aparece el tema de sus hijos que, aún sintiendo en lo más profundo de su ser la necesidad de seguir construyendo su carrera, supo adaptarse a cada etapa de su vida. ‘Durante los embarazos –que fueron cuatro– yo siempre me guardé bastante, y de cada uno de ellos nació un proyecto distinto’: libros, perfumes, líneas de maquillaje, marca de anteojos, columnas de moda en prestigiosos medios, galas benéficas… una fuerza creativa que traspasó pasarelas, pantallas, fronteras, generaciones y hasta su propio útero unas cuantas veces. Si viajamos a 1992, cuando en una entrevista le preguntaron cuál era su próximo sueño, Valeria respondió: ‘la campaña de Guess’. Y así sucedió, tan solo dos años después, en un shooting en Hawaii junto a la modelo Ingrid Seynhaeve rompiendo todos los parámetros de la sensualidad más elegante y, como afirma Paul Marciano, el fundador de Guess, ‘hizo que la marca fuera lo que hoy es’. Y de pronto el estallido en su máximo esplendor, llevándola a todos los periódicos y revistas alrededor del mundo, televisión, festivales, campañas publicitarias… convirtiéndola en un fenómeno del que nadie quedaba exento. Mientras en los hogares italianos ingresaba a cada uno de ellos desde el Festival de San Remo junto a Pippo Baudo, en Argentina televisaba su gran boda como suceso histórico. De pronto la modelo que pasaría a representar la era de oro de la moda italiana, aquellos tiempos en los que la moda pasaba de ser para un nicho reducido a ser parte del mainstream, se había convertido también en presentadora, en embajadora, en empresaria, en ícono mundial…

Vestido de SPORTMAX.

SEBASTIÁN FAENA.

Su atemporalidad no solo tiene que ver con su belleza eterna, sino también con su personalidad: ‘Creo que yo usé la popularidad que me dio la moda para transmitir mensajes para quienes más lo necesiten. Mensajes sobre educación, salud, discapacidad’. Y pensar que alguna vez tocó las puertas, un tanto insegura, para postularse a un reemplazo de último momento en un desfile de Versace, y así subirse a la pasarela dos horas más tarde para no volver a bajarse del podio de las marcas de la talla de Valentino, Giorgio Armani, Chanel, Fendi, Dolce & Gabbana, Christian Dior, Ralph Lauren, Salvatore Ferragamo, Kenzo… Marcas que buscaban en ella mucho más que su belleza, más bien todo lo que ella representaba. Increíblemente fotogénica, con estilo propio, ingenio, carácter, confianza innata y con una nueva forma de recorrer las pasarelas con sonrisa y encanto. ‘Fue una época de oro de la moda, donde la moda estaba de moda, además de la belleza y de un montón de factores que se dieron, creo que tiene que ver con la personalidad. Con cómo pudiste llegar a la gente’. Y aunque afirme que el costo más grande de su carrera fue la soledad, la charla termina, por supuesto, otra vez, hablando con orgullo sobre sus hijos y su hija, que parece que ya han dado sus primeros pasos en el mundo de la moda y que sueña verlos construir sus propias familias y seguir disfrutando de los frutos de semejante siembra.

Quién es Valeria Mazza
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En este reportaje: peinado, Facundo Bellomo; maquillaje, Paola Krasnapolski; asistentes de foto, David Lemcke y Luciano Magistrelli; asistentes de moda, Teresa Drago, Carolina Gagliardini y Alejandra Loaiza; digitalización, Buenos Aires Color; retoque, SHERIFF PROJECTS; producción, Pogo Creative; studio manager, Ash Moros; director de movimiento, Pablo Castronovo.