¿Cómo la IA será protagonista en la exposición Sleeping Beauties: Reawakening Fashion?

Con la ayuda de la animación, la inteligencia artificial y una artista olfativa, "Sleeping Beauties: Reawakening Fashion" da vida a piezas poco vistas.
MET Gala 2024 Sleeping Beauties  The Garden of Time
Fotografía por: Steven Meisel, Vogue, Mayo 2024.

Hace frío mientras me detengo frente al Museo Metropolitano de Arte. La ropa que desfila a mi alrededor lo confirma: los peatones pasan apresuradamente con bufandas y abrigos de tweed hasta la barbilla. Pero sé que las cosas cambiarán pronto. En la primavera, cuando los árboles de Central Park están verdes y el asfalto se calienta, las personas empezarán a desfilar con telas suaves y frescas para cruzarse con turistas dispersos en las escaleras del museo. A principios de cada mayo, una alfombra roja viste las escaleras y los invitados buscan sus mejores looks para asistir a la Met Gala mientras los capturan los flashes de las cámaras al entrar. Por tradición, ese es el momento más brillante de la Alta Costura, cuando el atuendo y la personalidad cobran vida por completo. Para la MET Gala 2024, los asistentes ingresarán al museo donde recorrerán una exposición de vestidos históricos cuyos portadores desaparecieron hace mucho tiempo y cuyas telas ahora están congeladas en su lugar.

“Es algo con lo que siempre luchamos: una vez que una prenda ingresa al museo, muchas de las experiencias sensoriales de la ropa que damos por sentado se pierden”, explica Andrew Bolton, curador a cargo del Costume Institute mientras toma té en una sala de conferencias con poca luz dentro del Met. En la pared puedo contar más de 50 fotografías de prendas de vestir. “La parte positiva de esto es que somos los guardianes de la ropa, estamos aquí para cuidarla a perpetuidad”, continúa. “Pero eso implica mantenerla en condiciones muy específicas: no se puede tocar, no se puede oler, no se puede usar… no se puede escuchar”.

¡Qué sople el aire!
Todas las prendas que lució Debicki para este reportaje —incluido un vestido de Alta Costura de organza de Iris van Herpen de la primavera de 2020, que se ve aquí con zapatos de Femme LA— fueron adquiridas posteriormente por el Costume Institute para la exposición, excepto donde se indique lo contrario.


Fotografía por: Steven Meisel, Vogue, Mayo 2024.

Durante siglos, cada una de esas cualidades no se consideró incidental, sino parte integral de la experiencia y el diseño de la moda. Los vestidos se comercializaban en parte por su sonido, conocido como scroop: el sensual susurro de las telas entre sí cuando quien las vestía cruzaba la habitación. Los botones de tela solían construirse alrededor de trozos de algodón para absorber y emanar gotas de perfume. “Si somos capaces de capturar esta información ahora”, dice Bolton, “es una manera de ayudar a las generaciones futuras a apreciar cómo se usaba la ropa, cómo se veía en el cuerpo y cómo se movía”.

En el vestido de mayo de Christian Dior de la primavera de 1953, las hierbas en flor y el trébol silvestre están grabados en la organza.

Fotografía por: Steven Meisel, Vogue, Mayo 2024.

Sleeping Beauties: Reawakening Fashion, que se inaugurará el 10 de mayo y cerrará el 2 de septiembre, es la apuesta de Bolton y el Costume Institute para ir más allá de los límites de la exhibición y traer de vuelta a la vida prendas que estuvieron dormidas durante mucho tiempo, reinventando en el camino lo que una exhibición en el museo puede llegar a ser. Gracias a un equipo de investigadores y acceso a una amplia variedad de tecnologías, el museo ha extraído información sobre cómo las piezas históricas estimularon los sentidos a lo largo del tiempo y ha ideado formas de presentar estos datos. “La información estará ahí, no sólo en la exposición, sino en nuestro sitio web para siempre”, dice Bolton.

La exposición es un hito para el museo, en gran parte porque le da libertad al Met para mirar su propia colección con nuevos ojos. No hubo préstamos de otras instituciones para dar vida a la exhibición, pero el Costume Institute hizo 75 nuevas adquisiciones para la muestra, desde un exquisito vestido de pétalos de Christian Dior y una magnífica prenda drapeada de Iris van Herpen, tan delicadas como alas de mariposa, hasta el tocado de Philip Treacy basado en la forma invertida de una rosa. La inspiración surgió orgánicamente de la colección preexistente del Met que ya contaba con más de 33,000 objetos. “Lo que me llamó la atención cuando todas las piezas estaban en mi pared, fue cuántas de ellas se han inspirado en el mundo natural”. Los temas se repetían: había patrones de flores, pájaros y mariposas. Y observó que había referencias constantes a los elementos de tierra, aire y agua. Todo ello daría forma a la organización formal del salón. “Una de las cosas que resonó en mí, y por la que creo que la naturaleza juega un papel particularmente relevante, fue la impermanencia y la naturaleza transitoria de la moda”, dice, “pero también su naturaleza cíclica: el renacimiento”.

Florecer
Una espléndida reimaginación en 2017 del vestido Junon de la colección de otoño de 1949 de Christian Dior Haute Couture (cortesía de Dior).


Fotografía por: Steven Meisel, Vogue, Mayo 2024.

El título de la exposición hace referencia a las prendas ultrafrágiles que Bolton ha convertido en el motivo central de la exposición. Tan delicadas que apenas pueden tocarse (ni poder pensar en colocarlas sobre un maniquí), estas “bellas durmientes” deben permanecer plenas y tranquilas en sus estuches. La mayoría tiene lo que se conoce en el sector como vicio inherente: debido a los materiales involucrados y la forma en que estos elementos están unidos, las prendas sufrirán una degradación progresiva e irreversible hasta que algún día, inevitablemente, se harán trizas. Para este proyecto, el equipo de Bolton encontró el emblema tanto del proyecto sensorial de la exposición (revivir los atributos físicos perdidos de una prenda) como de sus objetivos científicos.

“Esta exhibición nos hace reflexionar a profundidad sobre lo que debemos hacer para conservar y mantener la integridad de un objeto”, dice Max Hollein, director del Met. “Nos ayudará a comprender no sólo cómo amplificar la experiencia, sino también cómo resucitar la autenticidad total del objeto, y eso definitivamente tendrá un impacto en otras áreas del museo”.

Un toque mágico
Una capa y un vestido de Gucci dignos de un cuento de hadas, de Alessandro Michele para el otoño de 2017.


Fotografía por: Steven Meisel, Vogue, Mayo 2024.

“Una prenda de vestir no es algo que compramos sólo para colgarla en un armario o ponerla en un maniquí”, dice el fotógrafo Nick Knight. “Vivimos y soñamos con las prendas puestas”. ShowStudio, la empresa de moda digital de Knight, que no hace mucho animó digitalmente un vestido Gucci personalizado de Alessandro Michele en un video musical de Björk, está colaborando con Bolton para reanimar dos prendas de manera similar. Algunos vestidos icónicos volverán a cobrar vida como los fantasmas de Pepper: una ilusión holográfica mediante la cual una proyección de imagen plana aparece como un objeto en un espacio tridimensional.

Una capa de House of Worth de 1889 de aspecto místico.

Fotografía por: Steven Meisel, Vogue, Mayo 2024.

En términos más generales, se realizó un estudio cuidadoso de las posturas, los perfumes, los hábitos y las costumbres en los entornos donde las prendas vivieron por primera vez. “Hay vestidos de fiesta con los que podrías ir a un baile”, explica Knight. “Estarías en un ambiente donde la forma en que movías tu abanico, la forma en que sostenías una copa de champaña, cómo hacías una reverencia, te inclinabas y bailabas: todas esas cosas eran importantes”. La exhibición mostrará las prendas, pero también trabajará para recrear la experiencia de encontrarse con ellas. “La idea es que al mirar estas prendas entiendas cómo se sentiría haber conocido a las personas que las vestían hace 150 años”, dice. “¿Por qué conocerlas sería algo tan… emocionante?”.

Ahora, en lo profundo del laberinto de oficinas del Costume Institute, la conservadora Elizabeth Shaeffer despliega láminas translúcidas de Mylar recortadas para que combinen con los paneles de un vestido. El estudio parece un laboratorio: luminoso, silencioso y lleno de equipo técnico. Incluso para los escrupulosos estándares del Met, es un lugar de cuidado excepcional: las mesas de metal están cubiertas, para protección de los artefactos, con tela blanca, y en la entrada hay una alfombra fijada al piso con una superficie adhesiva para remover las partículas que puedan venir en las suelas de los zapatos de todo aquel que entre. Shaeffer, atenta y de voz suave, clasifica las piezas de Mylar sobre la mesa.

Tomando forma
Izquierda: Al contemplar este abrigo, vestido y miriñaque de la colección de otoño de 2000 de Olivier Theyskens, casi se puede oír el suntuoso sonido de su moaré de seda en movimiento, una experiencia auditiva conocida entre los conservadores de moda como scroop, que también se exhibe en la exposición. A la derecha: Un chaleco británico de 1615-20.


Fotografía por: Steven Meisel, Vogue, Mayo 2024.

“Se trata de un modelo a escala real con el que se puede coser un vestido”, explica. Cada pieza ha sido trazada a partir de los vestidos históricos; es un proceso no invasivo que ayuda a los conservadores a recopilar información sobre su estructura. Desde Mylar, las formas del patrón se transfieren al papel, marcadas con una cuadrícula, mientras que el vestido se representa digitalmente: la única forma en la que, en teoría, puede vivir para siempre. “Toda esta información”, dice Bolton, “se está utilizando para devolverle la vida, no sólo en tres dimensiones, sino también en cómo se vería con el cuerpo en movimiento”.

El ejemplar que hoy está sobre la mesa, una pieza de alrededor de 1887 diseñada por Charles Frederick Worth (el emblemático diseñador inglés cuya Casa de Worth sentó las bases de la Alta Costura del siglo XX), es la bella durmiente que inspiró la exhibición. La prenda, que alguna vez perteneció a un integrante de la familia Astor, es una de las más frágiles de la exposición: los largos y brillantes filamentos de satén se han desgastado, dejando marcas que parecen rasguños. Como ocurre con la mayoría de las bellas durmientes de la exposición, trabajar con el vestido, incluso si lo haces con delicadeza, acelera su deterioro. Sin embargo, Bolton tomó la decisión de correr el riesgo y reunir información detallada sobre cómo lucía el vestido Worth en su mejor momento. “Para mí, es como si lo guardaras en un cajón y nunca más lo volvieras a sacar, por supuesto que eso frenaría el deterioro”, afirma. ¿Pero cuál sería el valor de tenerlo guardado para siempre?

SOBRE LA CARA
El sombrero Upside-Down Rose de la colección de Alta Costura primavera 2000 de Philip Treacy, como muchas de las piezas de “Bellas Durmientes”, se inspira en el mundo natural.


Fotografía por: Steven Meisel, Vogue, Mayo 2024.

Otra decisión curatorial que tomó fue devolverle el color al vestido, que ahora luce raído en hermosos y desgastados tonos pasteles. Sentada en su oficina junto al estudio de conservación con Bolton, Shaeffer estudia los rincones de tela que se encuentran cerca de las costuras y que han sobrevivido a los estragos de la luz del día para compararlos con los tonos Pantone correspondientes, y así poder recrear digitalmente un fantasma realista del vestido en su mejor momento. (El equipo también utilizó análisis espectrofotográfico para seleccionar el color original).

“Algo salió ligeramente mal aquí”, señala Shaeffer, estudiando los colores en su pantalla. “Este es un vestido de noche, por lo que no solía verse a la luz de día. Esto implica que las lámparas de gas y las primeras bombillas eléctricas le darían un tono mucho más cálido”.

Ella reproduce un borrador de la animación que envió el equipo de Knight, donde estudiaba el movimiento del vestido con un avatar que lucía una representación digital de la prenda girando mientras bailaba vigorosamente. Bolton frunce el ceño.

“Me recuerda un poco a la película El Rey y yo”, dice suavemente.

Jardines
En el sentido de las agujas del reloj desde arriba: Un sombrero de Balenciaga de 1957, el tocado de coliflor de Deirdre Hawken de 2013, un sombrero de seda a capas de los años 40 y un sombrero de Germaine Vittu de 1942.


Fotografía por: Steven Meisel, Vogue, Mayo 2024.

Shaeffer se acerca a la pantalla. “Creo que la tela de chifón se ve muy gruesa y no tiene en cuenta las capas de ropa y todo lo que hay debajo”, murmura.

Aunque estudiar el movimiento de la tela es una tarea de conservación poco ortodoxa, tampoco es la más extraña en esta exhibición, pues también explora en gran medida el tema del sonido. La sala de conservación contiene un vestido adornado, pintado de colores y cubierto con flores de aluminio que Francesco Risso diseñó para Primavera-Verano 2024 de Marni. Esta es otra de las nuevas adquisiciones del Met que acaba de llegar desde la cámara anecoica de la Universidad de Binghamton en Nueva York, donde Bolton registró el ruido que generaban las flores al rozarse entre sí. Se utilizó el mismo proceso para capturar el scroop asociado con un vestido histórico, y ambas muestras de audio serán incluidas en esta exposición.

Sin embargo, la verdadera razón para incluir el vestido Marni, explica Bolton, no es su sonido sino su asociación con el aroma. En su invitación para el desfile en el que presentó este vestido, Risso comentó que su intención era recrear un momento de su vida en el que se encontró con el perfume más encantador en una fiesta parisina a los 14 años. A partir de entonces, dice haber pasado el resto su vida adulta vagando por todo París intentando descubrir su origen o a su portador.

Uno de los principales colaboradores de la exposición es la artista e investigadora olfativa Sissel Tolaas, quien radica en Berlín, pionera en el trabajo de crear (y registrar) el mundo del olfato. Formada como química y lingüista, Tolaas pasó siete años viajando por el mundo desde su pequeña ciudad natal en una isla de Noruega con el objetivo de olerlo todo. “Me gustó convertirme en perro”, dice. “Construí bases de datos masivas de aromas; me entrené para comprender la importancia del olfato en términos de memoria, lenguaje, tolerancia; y, después de siete años, estaba lista para conquistar el mundo”.

Flower Power
Un corpiño inspirado en el anturio de la colección primavera 2023 de Loewe.


Fotografía por: Steven Meisel, Vogue, Mayo 2024.

Tolaas pasó cerca de un año analizando los aromas asociados tanto con las prendas como con sus portadores para la exposición del Costume Institute. Sus descubrimientos pasarán a formar parte de las exposiciones, mientras que algunos aromas serán olfateables y reinterpretados para las salas de exposición. “¿Es el perfume de un vestido / Lo que me hace divagar tanto?” T.S. Eliot escribió a principios del siglo XX. En el Met, los visitantes podrán encontrar elementos de fragancias de esa época.

Una sala, dedicada exclusivamente al tema floral, contará con una variedad de sombreros con motivos florales. Otro espacio estará dedicado a Millicent Rogers, la socialité y filántropa de principios del siglo XX. “Me estoy centrando literalmente en las moléculas que emiten los diversos elementos que utilizaba esta mujer: los aromas de su cuerpo, sus hábitos, su cultura, sus rituales, lo que comía”, dice Tolaas. Los datos de la ciencia y los misterios sensoriales del arte surgen uno del otro. “No estoy ‘perfumando espacios’”, explica. “Estoy resaltando o amplificando información oculta en las prendas”.

La colección de Rogers, que incluye el famoso vestido con paquetes de semillas de Schiaparelli de 1937 (una alusión al pasado de la diseñadora poniéndose semillas en la boca para intentar hacer crecer un jardín dentro de sí misma y hacerse más bella) es una prueba de la individualidad y peculiaridad de la moda. El gusto de una persona puede ser precisamente eso, y ser llevado hasta un grado de éxtasis. Más allá de Rogers, está el vestido Vilmorin de Christian Dior, que establece estándares y hace referencia a su amor infantil por la jardinería y lector empedernido de los catálogos de semillas Vilmorin-Andrieux de su madre. Hay un resplandeciente sombrero Balenciaga hecho para replicar exactamente a una col y, para ilustrar uno de los grandes triunfos de la elegancia incómoda, también se presentará un ejemplar de las “faldas hobble” que se usaron antes de la guerra: una moda pasajera que impedía a las mujeres caminar con naturalidad. Está el asombroso vestido de mariposas de Sarah Burton, con una explosión de alas de fuego en el cuello, junto con otro vestido con temática de mariposas diseñado por Charles James.

Materia oscura
Un look completo de la colección Fogachine primavera 2022 de Rick Owens (cortesía de Rick Owens).


Fotografía por: Steven Meisel, Vogue, Mayo 2024.

Una de las bellas durmientes más impredecibles de toda la exposición es un abrigo de Jonathan Anderson para Loewe que está sembrado, en el sentido agrícola, con semillas de pasto. Con el tiempo la hierba ha crecido, creando una piel verde y exuberante. Al principio, Bolton quería traer un abrigo vivo, pero habría requerido una elaborada variedad de lámparas de riego y de cultivo. Así que se mostrará una versión ya cultivada, ahora tan muerta como las colinas de California en verano, con un video en cámara rápida de hierba brotando. Otra de las contribuciones de Anderson a la muestra, un conjunto centrado en la recreación de un lirio, será parte de las galerías del jardín, convirtiéndolo en un objeto más interesante de lo que nunca fue en la pasarela. “Me encanta cuando la ropa se vuelve escultural”, explica. “Miras la forma en tres dimensiones y observas cómo interactúa con el cuerpo”. Loewe es patrocinador de la exposición y Anderson señala que la capacidad de la muestra para resaltar las cualidades físicas de una prenda de esta manera le pareció parte de su atractivo. “Cuando sacas cosas de un archivo, las reexaminas y tratas de encontrar novedad o una nueva historia dentro de algo viejo”, dice, “¿cómo puedes atraer nuevas audiencias y al mismo tiempo no sobreexplicar el concepto?”.

El mayor de los recursos tecnológicos de la exposición es también el más atrevido. Un exquisito vestido de novia usado en la década de 1930 por la socialité y actriz de la era del Jazz en Nueva York, Natalie Potter, cobrará vida con una interfaz interactiva especialmente diseñada para la exposición por OpenAI. “El equipo del Met nos proporcionó muchos documentos originales, hechos y materiales sobre Natalie, su vida y su vestimenta”, explica Isa Fulford, técnica de OpenAI. “Le dimos a la modelo instrucciones personalizadas sobre cómo interactuar con los asistentes en el estilo y tono de voz de Natalie, y luego le dimos acceso a todos estos datos sobre su vida, vestido, boda, etc.”. Los visitantes podrán enviarle un mensaje de texto a “Natalie” y obtener respuestas específicas". “Quería tener una prenda que respondiera activamente a su entorno”, explica Bolton. “Algo que encuentro un poco frustrante en cualquier exhibición es lo pasivos que son los objetos”.

ESCENARIO DE SUEÑO
La musa durmiente de Constantin Brancusi, 1910. Museo Metropolitano de Arte, Colección Alfred Stieglitz, 1949.


Fotografía por: Steven Meisel, Vogue, Mayo 2024.

Aquí, en las salas de exposición, el movimiento crea el ambiente. Dar forma al espacio físico para una muestra tan sensual fue una tarea tan compleja que Bolton recurrió a Leong Leong, un estudio de arquitectura fundado por dos hermanos con sede en el barrio chino de Nueva York. En lugar de galerías tradicionales, Leong Leong imaginó un único pasillo serpenteante que se ampliaba hasta convertirse en una serie de habitaciones redondas con cúpulas, como perlas ensartadas en un collar: una serie de espacios inmersivos. “El diseño de la exposición es episódico: avanzas de una habitación a otra”, explica Dominic Leong. Muchas habitaciones se centran en vitrinas que recuerdan a campanas de cristal, un ícono de la objetividad científica. Mientras tanto, las bellas durmientes permanecen acostadas en vitrinas durante toda la exposición, rodeadas de vidrio esmerilado para darle un aire fantasmal y holográfico.

Al llegar a la exposición, los visitantes ven en primer lugar una escultura de bronce de Brancusi que dialoga con el vestido histórico de Worth. Cerca se exhibe una prenda contemporánea inspirada en ese vestido de Worth: una pieza de Alessandro Michele para Gucci. Los visitantes avanzan hacia un espacio lleno de elementos botánicos sobre seda pintada, una técnica china imitada por los europeos en el siglo XVIII y actualizada por Mary Katrantzou, cuya prenda se encuentra cerca. Una pequeña sala a continuación estará dedicada a la impresión por urdimbre, una técnica con un hermoso efecto desenfocado en patrones e imágenes, reflejado en un holograma lenticular.

A partir de ahí, dice Bolton mientras recorre con entusiasmo el museo, la exposición florece en sus temas naturalistas. Una sala dedicada al tacto presenta un vestido de Miss Dior creado por Raf Simons en 2013, con un modelo a escala táctil. Luego viene la sala Van Gogh, centrada en un saco de Saint Laurent inspirada en la pintura de lirios del artista, puesta en diálogo con el vestido de Rodarte inspirado en los girasoles de Van Gogh, y la sala de amapolas, centrada en el vestido sangrante de amapolas de Isaac Mizrahi, inspirado en la obra de Irving Penn. Las amapolas conducen a margaritas bordadas en un intrincado traje de corte francés del siglo XVIII; las margaritas conducen a las sedas de Spitalfields, mostradas con una proyección de las acuarelas botánicas originales en las que fueron modeladas; los Spitalfield conducen a tulipanes, rosas y lo que Bolton llama una “sala de jardín”.

Y así sigue, a través de vestidos de seda china tan amarillos como el sol; una selección sorprendentemente amplia de moda relacionada con los escarabajos (incluidos los primeros collares de plástico de Schiaparelli); y una sala inspirada en serpientes, animada con videos terroríficos. Mientras Bolton crea un mundo inmersivo gracias a la tecnología de vanguardia para recuperar las experiencias perdidas del pasado, parece estar menos impresionado por la ambiciosa escala de la exposición que por todas las posibilidades que su trabajo abre a futuro. “Es un show inmenso que remite a la humildad”, dice. “Te hace entender cuán pequeño realmente eres”.

En este reportaje: peluquería, Guido; coloración, @lenaott; maquillaje, Dame Pat McGrath; manicura, Jin Soon Choi; sastrería, Carol Ai.

Artículo publicado originalmente en Vogue US, vogue.com.