Voces por la Tierra

Estas mujeres luchan por la conservación del tiburón en Baja California Sur, México

En las profundidades del Golfo de California vive una de las más amplias diversidades marinas en el mundo y este grupo de mujeres trabaja por conservar y proteger una especie tan temida como incomprendida: el tiburón.
Porfiria Gómez directora de Orgcas
Porfiria GómezDiego Vourakis.

Algunos le llaman bahía de los sueños. Llegamos al amanecer. Cuando el agua golpea las orillas suavemente. Cuando el viento llega aún con poca intención. Cuando la marea es delicada. Cuando los pescadores ya van a medio camino. Ahí, en Baja California Sur, México, yace una de las zonas con mayor diversidad marina del país. Y su preservación apremia más fuerte que nunca.

Uno podría pensar que es cosa de locales pero las mujeres de Orgcas me dejan claro lo contrario. Esta organización sin fines de lucro –fundada y liderada por mujeres de diferentes edades, nacionalidades y contextos educativos– trabaja por la conservación de la vida marítima desde 2021, aunque sus historias personales remontan mucho más atrás. ‘Nos juntamos un grupo de interesadas con trayectorias distintas viendo que había muchos objetivos desatendidos’, me dice Porfiria Gómez, directora Orgcas.

Nos encontramos en Ensenada de los Muertos, a una hora de la capital del estado de Baja California Sur. Platicamos sobre el mar, la conservación marina y sobre la íntima relación de cada una de ellas con el océano. Orgcas surge entre casualidades y coincidencias, me digo a mí misma. ‘Nuestro propósito es conservar y proteger, analizar cuáles son las problemáticas y buscarles una solución’, asegura Gómez. Quizá el camino para llegar aquí no fue tan claro como lo es el cometido pero lo cierto es que su contexto las he hecho trabajar por una causa en común: la conservación del tiburón.

Mariana Vélez, directora de turismo y comunicóloga de Orgcas.

Diego Vourakis.

Porfiria Gómez, directora de Orgcas.

Diego Vourakis.

‘El tiburón es una especie en colapso’, añade Gómez. Actualmente, al menos un 36% de las mil doscientas especies de tiburones y rayas están en riesgo de extinción según datos de World Wild Fund (WWF). Entre las Orgcas –término que ellas se han acuñado a sí mismas– los datos hablan tanto como las acciones. ‘La conservación necesita gente preparada’, dice Gómez cuyo bagaje familiar está dedicado a la conservación del mar. La razón de la fascinación de la comunidad científica sobre este animal es tan notoria como evidente. ‘Los tiburones son especies clave que juegan un importante papel en su ecosistema, mantienen en equilibrio a otras especies’, dice.

Y es que las alertas sobre el peligro del tiburón no son nuevas ni mucho menos. Tal y como sucede con la mayoría de las alarmas medioambientales, la comunidad científica viene advirtiéndolo desde hace décadas. De aquí que Orgcas ha tomado un enfoque educativo a través del turismo para combatir esta problemática. ‘Una de las principales amenazas del mar es la industria pesquera. Pero es importante diferenciar la pesca comercial de la artesanal’, dice. En México, la pesca artesanal del tiburón continúa siendo parte de los usos y costumbres de las comunidades originarias. Por décadas, ha sido la fuente principal de ingresos de familias enteras. Y aunque el Golfo de Baja California es considerado una de las más importantes zonas pesqueras de México, los permisos para la pesca del tiburón se han reducido con los años dejando existente aquellos que se remontan a generaciones atrás.

Vista panorámica del Mar de Cortés.

Diego Vourakis.

La resolución, entonces, fue llevar Proyecto Tiburón a la raíz. Orgcas tuvo un acercamiento con una de las últimas comunidades de tiburoneros de la zona para proponerles una transición al turismo sostenible. ‘Fue un cúmulo de cosas que jugaron a nuestro favor; una necesidad que se combinó con una visión de nuestra parte’. Y es que con el evidente declive del tiburón debido a la sobrepesca industrial –los tiburones y las rayas son animales de crecimiento lento y no se reproducen hasta que son bastante viejos–, los pescadores de la región habían comenzado a notar una inestabilidad en su fuente de ingresos temporada tras temporada.

Para ellos, la pesca se puede remontar hasta cinco generaciones atrás. ‘Es la fuente de ingresos que hemos tenido toda la vida. Tenía más de veinte años trabajando al tiburón’, dice Salvador Ríos, pescador de la zona. Desde que comenzaron con Proyecto Tiburón, esta comunidad tiene un año que comenzó su transición de la pesca del tiburón, convirtiendo el turismo en una fuente de ingreso. Orgcas trabaja para buscar fondos para patrocinar las pangas –botes– de su uso comercial.

Elena Herrán, coordinadora de proyectos en Orgcas.

Diego Vourakis.

Martina Cocquio, community manager en Orgcas.

Diego Vourakis.

Pero este progreso ha requerido de un desarrollo en la confianza. En otras ocasiones, cuando los equipos de investigación habían levantado datos entre estas comunidades, los resultados arrojaron preocupaciones que llevaron a la revocación de sus permisos sin previa notificación. Las reticencias se dejaron venir. Reuniones, diálogos y acciones específicas han sido necesarias para trabajar una solución que procure la sostenibilidad tanto de los tiburones como de las familias de la zona. ‘El turismo es una gran alternativa para sumar a la gente a este proyecto. Hoy en día, quien no esté enterado que el mar está amenazado por varias razones es parte de esa misma amenaza. Necesitamos estar conscientes de que el mar nos necesita y que hay algo que todos podemos hacer’, dice Gómez. Proyecto Tiburón ha conseguido al menos dos pangas para los pescadores de esta comunidad y así ayudarlos a transicionar a una economía basada en el turismo sostenible.

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Martina Cocquio se recuesta sobre La Uva, la más reciente panga que Orgcas donará a los pescadores de la zona. ¿Por qué el color morado?, pregunto. ‘Queríamos que fuera diferente, que en el mar se viera diferente’, me dice con un acento casi imperceptible. Recién montada, esta panga tiene franjas violetas en la parte baja y está cubierta por un techo que procura al turismo durante los viajes. Cocquio llegó a México proveniente de Italia enfrentando su terror al agua producto de un incidente a los 13 años. Sin embargo, su acercamiento al caribe mexicano la llevó no solo a dejarlo atrás, sino a despertar su pasión por la vida marina. ‘El resto es historia’, me dice. Encargada de la creación de contenido y el manejo de redes sociales, Cocquio también es líder –como todas las Orgcas– de viaje. La intención es que los pescadores no solo lleven al turismo al mar sino que también aprendan de las especies y la diversidad del océano.

Martina Cocquio sobre Tintorera, la segunda panga que Orgcas donará a comunidades pesqueras.

Diego Vourakis.

Cuando uno habla con las Orgcas, entiende cuán entrelazadas están sus historias. Recuerdo la conversación del día anterior: ‘Ha sido como si nos fuéramos recolectando’, decía Elena Herrán, coordinadora de proyectos. Lo que comenzó como un proyecto de cinco personas ha ido creciendo, cambiando, evolucionando. ‘Falta mucha comunicación para la ciencia. Los científicos investigan, publican información increíble y relevante sobre los ecosistemas, las amenazas y demás pero a la gente no nos llega esa compresión porque la ciencia pertenecía a la academia, ahora nos damos cuenta de lo importante que es que la ciencia sea para todos’, dice Mariana Vélez, directora de turismo y comunicóloga colombiana.

Orgcas fue fundada en 2021 por un grupo de mujeres con intereses comunes.

Diego Vourakis.

Orgcas trabaja alrededor de cuatro pilares: ciencia, educación, turismo y comunicación. Aquí, la conservación se vuelve el tema más vigente. Además de su componente académico, este grupo de mujeres ha abierto espacios para promover la ciencia desde la comunicación. ‘Orgcas está rompiendo paradigmas. Vengo de esa vieja escuela en la que la conservación se conceptualizaba en decirle a la gente lo que hay que hacer y por eso las iniciativas de conservación han fallado’, añade Frida Lara, directora de ciencia y doctora en biología marina y tiburones sin dejar de lado la labor que la comunidad científica ha hecho, haciendo énfasis en la importancia de un diálogo profundo con las comunidades. Lara ha dedicado su vida a estudiar la vida marina y es consciente del trabajo por hacer. ‘Estas comunidades son embajadoras de la visión que tenemos’.

Frida Lara, directora de ciencia y doctora en biología marina y tiburones en Orgcas.

Diego Vourakis.

Gádor Muntaner, oceanóloga especializada en tiburones y líder de viaje en Orgcas.

Diego Vourakis.

Proyecto Tiburón es uno de los ejes actuales de Orgcas, pero no el único. Al programa, se han sumado diferentes perfiles que contribuyen a su documentación, investigación y preservación. ‘Si alguien se para aquí hoy y pide dinero para salvar a las ballenas, todo mundo lo da. Si lo pides para salvar a los tiburones, nadie lo hace’, dice Gádor Muntaner, oceanóloga española especializada en tiburones.

Además de la pesca explosiva, la minería subacuática y el turismo y desarrollo sin planeación son otras de las grandes amenazas del mar y estas especies. Uno de los objetivos más ambiciosos de Orgcas es impulsar la creación de una reserva alrededor del Pacífico Californiano y el Golfo de California. ‘Con la ayuda de los pescadores estamos intentando impulsar esta protección de área y así regular, prohibir la minería submarina, limitar el trabajo de los barcos industriales a ciertas zonas y así protegerla cada vez más’, dice Porfiria Gómez. La bahía de los sueños no es un nombre al azar. Baja California acoge profundos anhelos por cuidar y proteger el océano. Para Orgcas, el sueño es preservar el lugar que las unió a todas.

Nota del editor: Para el momento de publicación de este reportaje, la panga referida como La Uva no había sido bautizada. La comunidad de pescadores ha decidido nombrarla Tintorera, por el tiburón tigre; el término ‘bahía de los sueños’ hace referencia a Ensenada de los Muertos.


En este reportaje: fotografía, Diego Vourakis; directores creativos, Karla Acosta y Juan Duque; Orgcas: Porfiria Gómez, directora; Frida Lara, coordinadora científica; Mariana Vélez, coordinadora de ciencia; Martina Cocquio, community manager; Gádor Muntaner, líder de viaje; Elena Herrán, coordinadora de proyectos; Lissandra Amezcua, Maru Brito; Gabriela Gómez y Sofía Martínez.