Nieves Ochoa lleva celebrando Las Fallas de Valencia, España, desde que nació: “En mi familia somos cuatro generaciones de falleras”, asegura. “Las luces, los fuegos artificiales, el olor a pólvora, la música que se apodera de las calles, las figuras que luego quema el fuego... todo eso es que corre por nuestras venas”.
Cuando el festival, de dos semanas de duración, toma las calles adoquinadas de la ciudad de Valencia, en marzo, mujeres de todas las edades, conocidas como falleras, se apoderan de todo el espacio. Ellas van vestidas con atuendos de los siglos XVIII y XIX y llevan el cabello recogido en intrincadas trenzas y moños de otros tiempos.
El estilista David Bataller Hidalgo empezó a peinar falleras a los 15 años. Unos 35 años después, es capaz de completar un peinado (que suele incluir varios gorros pretrenzados, peinetas y una mantilla, si ese día se hace una ofrenda a la Virgen María) en solo 20 minutos: “El peinado ha evolucionado un poco con el tiempo, pero siempre ha habido un respeto por la historia”, afirma el estilista.
Marisa, que lleva participando en la tradición más de la mitad de su vida, dice que en el momento en que termina de peinarse sigue siendo ella misma “pero con mucha más emoción”.
Por supuesto, aún se ven atisbos de modernidad: Tirantes rosa bebé, un Apple Watch o un par de tenis Nike asomandos bajo una falda de aro. Pero hay un sentimiento que sigue vigente, perfectamente expresado por Berta Peiró García: “Con este peinado, me siento lo más valenciana posible”.
Artículo originalmente publicado en Vogue Estados Unidos, vogue.com.