Cultura

Imposible no llorar, no sonreír: así viví la marcha del 8M 2023 en Buenos Aires

Este 8M nos une la indignación ante la violencia y por las calles de Buenos Aires ardieron llamas púrpuras y verdes.
marcha día de la mujer 2023 argentina
Lucía Prieto.

Estoy llorando. No puedo identificar si es alegría o tristeza, creo que son las dos cosas. Estuve todo el día así, tal vez mañana sea aún peor. Por suerte mi amiga me hace un comentario gracioso y me rescata de mi sensibilidad. Siempre nos terminamos rescatando entre nosotras, me siento agradecida de tenernos. El sol quiebra el cemento de las calles de Buenos Aires y de él se desprende un calor tan intenso como nuestras ganas furiosas de que el cambio suceda de una vez por todas. 

Cada vez son más almas las que van llegando al punto de encuentro para marchar como lo hacemos todos los años en el Día Internacional de la Mujer, en el famoso cruce porteño de la Avenida 9 de Julio y la Avenida de Mayo. Como siempre, veo organización y grupos de mujeres en acción preparando sus carteles, sus instrumentos, sus danzas, sus pensamientos, sus rituales, sus silencios… Aquí y ahora, todo lo que suceda desde el amor y el respeto, será válido. 

Lucía Prieto.

Estoy conmovida desde que amanecí, soy consciente de eso. Pero me siento completamente movilizada por el hecho de que seamos tantas, tan diferentes y que estemos aquí reunidas por la misma causa. La imagen de tantas mujeres diversas frente a mí me engaña y diluye la idea de un feminismo dividido. Del feminismo que juzga a través de redes sociales, que mide, que reclama internamente… En el fondo, hoy quiero olvidarme de eso. No quiero pensar que así estamos espantando a las nuevas generaciones que, por miedo a ser juzgadas, prefieren no expandir el mensaje porque ‘si no sos buena feminista, mejor no lo seas’

Lucía Prieto.
Lucía Prieto.

Por mi alrededor vendedores ambulantes me ofrecen coronas de flores con luces, pañuelos violetas que dicen “Ni una menos”… la otra cara de la moneda. Mi amiga me dice “me molesta tanto merchandising”, pienso que a mí también, pero mi lado especializado en moda me lleva a pensar que, aunque sea de una forma marketinera y banal, seguimos plantando semillas, y tengo la convicción de que esto no es una tendencia. Que es algo real y que hace rato llegó para quedarse. Aunque nos vendan eslóganes de mujeres empoderadas, como si recién ahora contáramos con poder interior, ¿hace falta recordar lo fuerte que siempre fuimos? ¿Hace falta recordar los logros? Podemos estudiar, trabajar, votar, decidir sobre nuestro cuerpo e, incluso y pese a todo el trabajo que queda, decidir sobre nuestra identidad. Muchachas, eso no lo ganamos porque ahora estamos empoderadas, siempre lo estuvimos, solo que ahora sí nos ven a fuerza de unión y acción.

Lucía Prieto.

El teléfono me dice que la sensación térmica es de 36 grados, la siento, pero por dentro siento un mar de sentimientos aún mucho más intenso. Emociones entremezcladas, como siempre, de esas que no sabés si reír o llorar, tan características de la temporada de Piscis y del, casualmente, 8 de marzo. Hace tanto calor que, por las calles de Buenos Aires, casi que no se puede estar, pero nosotras estamos. 

Estamos firmes como el año pasado, como los anteriores y como todos los que tengamos que estar hasta que logremos el cambio cultural deseado. En un abrir y cerrar de ojos la manada se vuelve enorme, somos tantas y aquí estamos, sudadas por el calor, por los abrazos y por los años de lucha… Estamos cansadas, pero tenemos fuerzas; alzando nuestros mensajes, nuestros cantos, nuestros pañuelos, nuestras ilusiones y nuestras desesperanzas, pero con la certeza de que cada vez somos más. Qué lindo encontrar en otras mujeres la manada, en donde el fuego arde pero no quema. Soy testigo de que el número de mujeres que salen a marchar cada año es notoriamente mayor, eso también es para celebrar. Debo confesar que me conmueve la triada hija, madre y abuela; es algo que me puede. ¿Cómo no va a haber diferencias siendo tantas? ¿Cómo no nos vamos a encontrar con causas tan diversas? ¿Podemos empatizar con las luchas de las demás? ¿Podremos integrarlas? 

Lucía Prieto.
Lucía Prieto.

Como cada 8M, la calle es nuestra y se siente segura. Esa seguridad que no solemos sentir en la diaria ni afuera ni adentro de casa: en lo que va del año 2023, se registraron más de 50 femicidios en Argentina. Durante 2022, hubo 301 víctimas de violencia machista, lo que equivale a una menos cada 29 horas. Qué difícil es querer celebrar las pequeñas victorias sabiendo que nosotras nos educamos –y que nos esforzamos por educar como si las cargas y tareas no nos sobraran– pero que las cifras no descienden y que haya tanta resistencia. Sé y sabemos que estamos marchando por la igualdad de género y nuestros derechos laborales, pero así como las emociones, acá las causas se mezclan y se amalgaman unas con otras. Exigimos derechos, sí, pero exigimos con más ímpetu que no nos maten. Según el Observatorio ‘Ahora que sí nos ven’, durante enero de 2023 el 71% de los femicidios fue cometido por las parejas o exparejas de las víctimas, el 66,7% de esos femicidios ocurrió en la vivienda de la víctima, 4 víctimas habían realizado al menos una denuncia y 2 tenían medidas de protección. Duele saber que mañana me voy a despertar y que todo parecerá estar igual, la famosa depresión del 9M, pero la ola de mujeres que me rodea, es la muestra que en esta nueva cocina callejera algo grande se está cocinando. Aunque no se huela, aunque no se vea, lo estamos haciendo.

Lucía Prieto.

Siento que todo está más intenso que nunca, quizás sienta lo mismo cada 8M, no lo sé, o tal vez sea la luna llena que anoche preparó el terreno para que esta energía desbordante haga de las suyas. Puede que también influya que sé que hay muchas mujeres que hoy están marchando por primera vez, me doy cuenta, lo veo en sus caras, se nota que están impactadas por la intensidad de esta cuarta ola que es inmensa y que, a fuerza de indignación, logró instalar la conversación en la esfera pública y en la privada, visibilizar micromachismos y establecer avances que, aunque falte tantísimo para que se lleven a la acción, y la burocracia no nos ayude en nada, sabemos que lo estamos logrando. 

Por eso salimos a las calles a marchar, para reclamar, pero también para autogenerarnos ese empuje para lograr sostener la lucha cada día del año. Me dejo llevar por la corriente, por aquellas que tocan sus tambores y bailan como forma de canalización, por quienes lloran a sus mujeres perdidas, por las que están enojadas y lo hacen saber… no puedo evitar que se me vuelvan a caer otras lágrimas cuando llega la hora de corear a nuestras hermanas que ya no están con nosotras. Cantamos, a una sola voz, miro hacia arriba y las veo a ellas, las abuelas que no pueden salir a marchar con nosotras, pero que nos saludan desde sus ventanas, armadas con sus ollas y cucharones, manteniendo vivo ese ritmo que nuestras antepasadas nos regalaron. ¡Qué hubiese sido de nosotras sin ellas! 

Lucía Prieto.

Imposible no llorar, no sonreír, no agarrarte fuerte de quien tenés al lado. Estoy en la marcha, pero sigo pensando en mañana, ¿cómo voy a hacer para afrontar el 9M y los 296 días restantes del año? Me aparto a un costado y saco una foto, que guardaré en favoritas, en la que pueda visualizar mañana la cantidad de mujeres que somos. Eso sé que me va a dar fuerzas. Escribo en notas “¿Cómo podemos hacer para que el 8M sea todos los días del año? ¿Cómo podemos hacer para estar más unidas?”, vuelvo a mezclarme entre las miles de perfectas extrañas que me abrazan y que hoy sí están juntas. Mañana será otro día, hoy me siento segura, estoy con ellas y sé que vamos por buen camino.